 |
Un gran docente |
Terminados estos estudios ocupó durante un año una posición docente en la Facultad de Economía de la Universidad del Valle, que dejó cuando empezó su posgrado en la universidad de Harvard auspiciado con una beca de la Fundación Rockefeller. A su término, regresó a la misma posición docente que había ocupado originalmente. Este segundo período en Cali tampoco fue muy largo, pues en el año de 1970 fue nombrado Director de la Unidad Global del Departamento Nacional de Planeación. En ese mismo año, por los servicios prestados a la Patria y a la Sociedad en el ejercicio de su profesión, y como reconocimiento a sus cualidades humanas y a su lealtad con los principios del Gimnasio Campestre, el doctor Low Murtra recibió la Orden de San Jorge en el grado de Oficial.
 |
Director del SENA |
Del Departamento Nacional de Planeación, el doctor Low Murtra pasó a la Dirección de Impuestos Nacionales y, posteriormente, fue designado como Secretario Económico de la Presidencia, cargo que ocupó durante el gobierno del doctor Misael Pastrana. Al finalizar éste, viajó a Washington donde se desempeñó como funcionario del Banco Mundial. En 1976 regresó a Colombia y trabajó como economista investigador en Fedesarrollo. Luego fue vicepresidente de la Asociación Nacional de Industriales, ANDI, Contralor de Bogotá y Magistrado del Consejo de Estado donde, con el valor que siempre lo caracterizó, afrontó y sobrevivió la toma del Palacio de Justicia por el M-19 en noviembre de 1985. En el año de 1986 el Presidente Virgilio Barco lo nombró Director del Servicio Nacional de Aprendizaje. En ese momento, en consideración a sus altísimos méritos profesionales, y puesto que había recibido los más altos honores de la Sociedad y del Estado, el doctor Low Murtra recibió la Orden de San Jorge en el grado de Comendador y se constituyó en el primer ex alumno en recibir tal honor. Un año después, en 1987, mientras se tramitaba el decreto de su nombramiento como embajador de Colombia en Washington, el Presidente Barco lo llamó para encomendarle la difícil tarea de ser Ministro de Justicia en un momento sumamente complicado para el país. En este cargo el doctor Low Murtra se destacó como un funcionario ejemplar y, siguiendo los principios en los que se había formado, puso el bienestar de la Patria y de la sociedad por encima del suyo cuando tomó partido en favor de la extradición de narcotraficantes.
 |
Firmando su posesión como Ministro de Justicia |
Su dedicación al Ministerio de Justicia fue incesante, su lucha contra el narcotráfico permanente, drástica y sin concesiones. Frente a su compromiso como Ministro, en su valiente forma de enfrentar los problemas de Colombia, en su lucha creciente contra la delincuencia y en su entrega a los compromisos que integraban la gestión, siempre fue una persona ejemplarizante, íntegra, leal y transparente. Estos componentes hicieron que los capos del narcotráfico amenazaran constantemente su vida, motivo por el cual fue nombrado Embajador de Colombia en Suiza en 1988.
 |
Con sus nietos en Suiza |
Estuvo dos años en Suiza, donde pudo pasar un tiempo más sereno cerca a sus nietos. Sin embargo, durante un período de seis meses antes de su regreso al país, tuvo que vivir bajo protección permanente de la policía Suiza pues se supo de un complot para asesinarlo. A pesar de esto, el entonces Canciller de la República, Luis Fernando Jaramillo, lo retiró de su cargo en el exterior, dejándolo sin otra alternativa que volver al país.
En enero de 1991 regresó a Colombia, donde se dedicó a dictar clases de economía y derecho en las Universidades Javeriana, Externado y La Salle. Olvidado por el Estado, Enrique Low Murtra andaba sin protección alguna por la ciudad de Bogotá, cumpliendo con sus deberes académicos. Fue así que, saliendo de clases, desamparado totalmente por el gobierno al que había servido toda la vida, sicarios del narcotráfico lo asesinaron el 30 de Abril de 1991, frente a la Universidad de La Salle.
Hombre cabal al servicio del derecho, la justicia y la paz
Rogelio León Seminario
 |
Con su amigo Luis Carlos Galán |
Cuando muere un hombre, sus amigos nos consternamos y lamentamos su desaparición, pero en el caso de su extinción repentina y por cruel asesinato, no sólo lloramos su injusto destino, sino que invocamos sus cualidades humanas y protestamos contra la infame organización del vicio que, en vía de venganza, atenta contra la vida de un valiente y sincero combatiente de la mafia.
Así nos ha sucedido con el generoso y tierno ciudadano del mundo, amigo entrañable, Enrique Low Murtra, quien fuera Ministro de Justicia de Colombia y posteriormente embajador de dicha república en Suiza por los años 1988-1989.
Cuando tuvimos el honor de conocerlo en Berna, Suiza, supimos más de cerca de lo que es una sincera amistad,
de lo que constituye un ejemplo de honradez con la vida misma, de lo que se puede alcanzar con el desprendimiento y la humildad.
Podría seguir tratando de recordar con espontánea nostalgia los inmensos atributos de Enrique, pero creo que jamás podría alcanzar lo infinito de su bondad, sencillez y ternura.
Ayer nos enteramos que dos sicarios de la mafia colombiana habían asesinado a mansalva a su antiguo perseguidor el ex-Ministro de Justicia que no tuvo temor de combatir el narcotráfico en Colombia y que lamentablemente estaba condenado al sacrificio final y en forma implacable por los Carteles del crímen.
 |
En Europa |
Nos ha impresionado no sólo el hecho mismo de su injusta y sorpresiva desaparición, sino porque se pierde un hombre cabal al servicio del derecho, de la justicia y de la paz universal. Es que se trata de aquellos seres que silenciosamente y sin pregonarlo, van imitando a Jesús, repartiendo cariño, reparando agravios, enseñando amor y finalmente, entregando su propia vida defendiendo sus principios y los valores que todos los hombres de bien debemos levantar como bandera.
Todos los embajadores latinoamericanos en Suiza, y especialmente los que representamos los Gobiernos del grupo de los Ocho, nos reuníamos con frecuencia para conversar sobre proyectos para el bien de nuestros respectivos países. Tratábamos de coordinar y aportar nuevas propuestas para el futuro de Latinoamérica, y uno de los más brillantes en la creación, en la imaginación y en la claridad de sus ideas, fue precisamente Enrique, a quien le seguíamos con atención por sus destacados proyectos y por la sinceridad de su intención.
No podemos dejar de recordar la solidez de su matrimonio con su entrañable compañera Yoshiko y su amor de padre para con sus hijas. A ellas, nuestra sincera oración por su descanso eterno.
Al gobierno y al pueblo de Colombia, les expresamos nuestro sentimiento de pesar por haber perdido uno de sus mejores hombres que, estamos seguros, quedará como ejemplo para la juventud colombiana.
Enrique, duerme dulcemente y espéranos.