Gimnasio Campestre de Bogotá

Enrique Low Murtra guardó siempre un gran afecto por su colegio, donde en la juventud pudo desarrollar sus aptitudes intelectuales y sobre todo, se fortaleció en todas sus convicciones morales y espirituales.

El Colegio hizo el hermoso gesto de darle a su nuevo edificio el nombre de Enrique Low Murtra, perpetuando así su memoria.

Palabras de agradecimiento al Gimnasio Campestre
Amalia Low

En nombre de la familia quiero expresar nuestra inmensa gratitud por el honor que nos hacen dándole el nombre de Enrique Low Murtra a este nuevo edificio, perpetuando así su legado.
 
Este año harán ya 20 años que asesinaron a mi padre. Es triste ver cómo, aniquilando sistemáticamente a los más valientes, los violentos nos han llevado a ser un pueblo pasivo, indiferente, pesimista. Aceptamos la constante violación de los derechos humanos sin pestañear, aceptamos la corrupción de nuestros gobernantes, aceptamos todos los atropellos, porque tenemos miedo.
 
Esto tiene que cambiar, tenemos que volver a creer en la fuerza del bien, en nuestra capacidad de lograr cambios permanentes para que en nuestro país reine la paz y la justicia. En las palabras de mi padre: “Ante el clima de violencia que vive el país, es necesario recuperar la fuerza moral y el respeto por la vida. Tenemos la energía de un pueblo capaz de transformar las angustias en soluciones, los problemas de la hora en horizontes más ambiciosos y fructíferos para el futuro”.
 
Tal vez podamos imaginar este edificio como un corazón, el inmenso corazón generoso de Enrique Low, latiendo con la fuerza de los jóvenes que se están formando en el Gimnasio Campestre: jóvenes valientes, justos y transparentes que saldrán a realizar el sueño de una mejor Colombia.


De la revista "Puntos Cardinales" No. 6, publicada por el Gimnasio Campestre
EL EDIFICIO ENRIQUE LOW MURTRA
JUAN ANTONIO CASAS PARDO
Rector del Gimnasio Campestre



En noviembre de 1956 se graduó la octava promoción de bachilleres del Gimnasio Campestre; 19 hombres que compartían los mismos ideales enque han sido formados nuestros gimnasianos de hoy, y entre quienes se encontraba el joven Enrique Low Murtra. Para este momento, ya se había destacado como persona de las mejores calidades humanas, de una dedicación singular y de un compromiso social excepcional. Estas condiciones lo hicieron merecer el aprecio universal de sus compañeros, la Orden de San Jorge en el grado de Caballero, la Máxima Cum Laude (premio máximo que otorga el Gimnasio Campestre al mejor de sus alumnos cada año) y el título de presidente de la VACS. Estos logros tempranos fueron fiel presagio de los que más adelante lo distinguirían en su servicio a la Patria.

Hoy, al celebrar los 65 años de nuestra fundación y cuando estamos a escasos meses de graduar como bachilleres a nuestra sexagésima cuarta promoción, de la que estamos también inmensamente orgullosos, hemos inaugurado el nuevo edificio de aulas para la primaria y el bachillerato que lleva con honor el nombre de uno de nuestros más distinguidos ex alumnos.

Un nuevo edificio es, por supuesto, un avance muy importante en términos de infraestructura para el Colegio, más cuando se trata de una construcción magnífica como el que estrenamos hoy. Pero hemos procurado que sea muchísimo más que eso. Este espacio que le dedicamos a la actividad académica es también una manifestación física de los propósitos de formación que tiene el Colegio y está diseñado con la intención explícita de favorecer el desarrollo de las cualidades intelectuales y morales que son esenciales al caballero gimnasiano.

Nuestros ex alumnos están llamados a ser líderes, a destacarse en el ejercicio de sus profesiones y a dejar huella en la historia de Colombia. Esta vocación sólo puede cumplirse si se forman desde muy jóvenes en dos aspectos complementarios: la práctica permanente de sus valores como criterio para el ejercicio de su libertad y el compromiso con la excelencia en todas sus actividades.

Quiero aprovechar esta oportunidad para resaltar cuáles son las condiciones que esperamos en el trabajo cotidiano de los gimnasianos, cómo contribuyen estas a su formación integral y cómo el espacio que ocupemos habrá de ser una importante ayuda en este proceso.

La vida y obra del doctor Enrique Low Murtra deberá servirnos a todos como ejemplo de la práctica de estas virtudes y de la calidad de sus resultados. Que nuestro nuevo edificio lleve su nombre será recordatorio permanente de este ejemplo y de las metas que en él perseguiremos.

ENRIQUE LOW MURTRA Y LOS GIMNASIANOS DE HOY

Personalmente no tuve el honor de conocer al doctor Enrique Low. Recuerdo haberlo visto en una sola ocasión, cuando habló en nombre de todos los ex alumnos en el entierro de Alfonso Casas Morales, mi papá y el fundador de nuestro Colegio. Como todos los gimnasianos de hoy y la mayoría de mis compañeros ex alumnos, sólo lo he conocido por su reputación y por sus obras. Aún con esta limitación, veo en todos los testimonios de quienes lo conocieron una idea unánime sobre lo que es su legado y lo que fue su vida.

Es desgarrador leer en los recuerdos de su familia y sus amigos, desde hoy disponibles para todos en la biblioteca del Colegio, la angustia de quienes quisieron protegerlo y no pudieron vencer en este intento las injusticias de la burocracia y la ausencia infinita que desde su asesinato sienten quienes lo conocieron.

Pero son muchas más las cosas alegres que se encuentra quien lee sobre la vida, el carácter y la obra del doctor Enrique Low Murtra, y riquísimas las lecciones que de ellas se desprenden para los gimnasianos de hoy. En la biografía anterior, que seguramente peca por incompleta, he querido
dar a las nuevas generaciones del Gimnasio Campestre, a sus familias y a sus maestros una breve impresión de lo que fue esa vida excepcional. Quisiera ahora explicar por qué seguimos considerando su ejemplo una luz irremplazable en la vida de nuestro Colegio.

En primer lugar, he de señalar cómo el doctor Low Murtra mostró desde el Colegio todas las condiciones que habrían de convertirlo en un hito para la historia de Colombia y en la vida de todos quienes lo conocieron. Tres constantes aparecen desde muy temprano en la historia de Enrique
Low: la dulzura y la calidez de su carácter, el esfuerzo permanente por lograr las metas más ambiciosas, aún ante adversidades que para otros habrían resultado insuperables, y el compromiso con su país y sus compatriotas. Su hermano Fernando, otro distinguido ex alumno y abuelo de gimnasianos, lo recuerda resaltando lo más fundamental de su carácter, así: “Desde niño te distinguiste por tu extraordinaria inteligencia y especialmente por tu infinita bondad. Tu paso por la vida dejó marcadas a las personas que tuvieron la suerte de conocerte; cada vez que encuentro a alguien que fue tu alumno, tu colega o tu amigo, se refiere a ti con tanto cariño y con tan sincera expresión de reconocimiento que no puedo dejar de sentirme orgulloso”.

Ese carácter alegre, humilde y cariñoso, que es tan gimnasiano y tan propio de los grandes hombres, no lo notaron solamente sus compañeros de infancia y su familia. Como lo dice Fernando, también los colegas con los que compartió algunos de los cargos públicos más altos de nuestro país lo recuerdan así. El doctor Guillermo Perry, por ejemplo, economista de primera línea y varias veces ministro, quien ocupó la cartera de Minas y Energía cuando el doctor Low Murtra hizo lo propio en el Ministerio de
Justicia bajo las órdenes del presidente Virgilio Barco, dice que su amigo y compañero de gabinete “Era, además, un hombre bueno, de una gran calidez personal, un agudo sentido del humor y una risa fácil, generosa y contagiosa. Era un gocetas, en el mejor sentido de la palabra. Gozaba a rabiar con un buen concierto, con una gran novela, con una plácida conversación entre familiares, tomándose unos tragos con los amigos, viendo pasar a una mujer bonita. Estas facetas de Enrique lo hacían ser especialmente querido por todos y le evitaron ese karma que persigue a casi todos los hombres públicos de ser demasiado trascendentales y conscientes de su propia importancia”.

Junto a estas características humanas, todos quienes lo conocieron reconocen además sus calidades intelectuales y profesionales, además de su ética inquebrantable de trabajo y dedicación. No son suficientes los colombianos que, como él, hayan dado todo por defender con rectitud los intereses de nuestro país. El profesor Richard Bird, experto de talla mundial en política fiscal que trabajó con él en la dirección Nacional de Planeación, dice que “La trayectoria de Enrique lo llevó más allá de mi sencilla esfera fiscal, pero para mí su trabajo en la misión ya había demostrado que era tanto un estudioso y analista de primer orden en asuntos de políticas, como un colombiano serio y dedicado. Ambas características, así como su sobresaliente coraje, continuaron y fueron evidentes en sus roles judiciales y políticos posteriores”.

Hizo su carrera sin olvidarse nunca del compromiso universal de atacar las injusticias sociales, poniendo todos sus talentos al servicio de la patria, y sin abandonar nunca su calidad de maestro. Antonio Hernández Gamarra, quien lo sucedió como Decano de la Facultad de Ciencias Económicas
de la universidad Externado de Colombia cuando partió a trabajar en el Banco Mundial dice que “Ese afán pedagógico, cuya expresión más notoria quedó plasmada en los libros que Enrique Low escribió sobre la teoría y la política fiscal, se asentaba en el hondo convencimiento de que impuestos bien diseñados y un gasto público redistributivo contribuirían a la búsqueda de la justicia social, antes como hoy tan alejada, para mal, de los propósitos de una parte de la sociedad colombiana”.

El doctor Low Murtra murió con el honor de saber que los enemigos que tuvo en su vida lo fueron por haberse enfrentado a un hombre que no negociaba el cumplimiento del deber ni la aplicación de sus valores. Cuando vemos la miseria moral de esas personas y el daño que le hicieron a nuestro país, debemos sentirnos nuevamente orgullosos de compartir con él nuestra calidad de gimnasianos. En una descripción sobrecogedora de su heroísmo, su esposa, Yoshiko Nakayama, relata así la que fue una de las más claras expresiones de su valentía y también de los costos que hubo de asumir por dedicarle su vida al servicio: “Entre tantos acontecimientos, la noche del holocausto en el Palacio de justicia en junio de 1985, que fue uno de los crímenes más atroces en la historia colombiana, me quité el sombrero con mi profundo respeto para él. Su actuación fue sobrehumana; entre la vida y la muerte le salvó la vida a un señor herido cargándolo entre las llamas del incendio y las balas. Unos días después empezó a vivir de nuevo, pero nunca pudo recuperarse de tanta tristeza por la pérdida de sus compañeros magistrados y amigos, y sufrió mucho por sus familiares. Perdió la expresión de alegría espontánea y aumentó las canas en una sola noche. Quería escribir algo sobre aquella noche, pero no podía porque las lágrimas borraban las letras”. Ese mismo heroísmo y esa misma entrega habrían
de llevarlo, en los años inmediatos, a asumir el último sacrificio por el bienestar de su patria.

He querido evocar estas memorias de quienes lo conocieron para resaltar los motivos que hacen de Enrique Low Murtra digno de nuestra memoria perenne.

Es un motivo inmenso de orgullo para el Gimnasio Campestre que uno de los presidentes de la VACS haya llegado a ocupar la Dirección Nacional de Impuestos y haya procurado que en nuestro país la política tributaria se haya enfocado a la distribución justa de las cargas sociales y las oportunidades.

No hay mejor ejemplo para los gimnasianos actuales que el de uno de sus antecesores, que se haya graduado con la Máxima Cum Laude y haya ocupado después los cargos más altos de nuestra patria; como juez, como ministro, como abogado y economista, con las calidades con las que él supo hacerlo.

Debemos celebrar la existencia de nuestro Colegio y renovar nuestro compromiso con sus valores mencionando el hecho de que un caballero de la Orden de San Jorge, el primero en recibir este premio en sus tres grados, haya logrado todo lo que logró sin sacrificar su buen humor, su alegría, su calidad humana, y lo haya hecho todo con el valor propio de los héroes hasta llegar al sacrificio último que define a los mártires.

EL EDIFICIO "ENRIQUE LOW MURTRA"

Cuando empezamos en el Colegio a discutir cómo llamar a nuestro nuevo edificio de aulas, dos criterios sirvieron de punto de partida.

En primer lugar, nos pareció ideal que el edificio llevara el nombre de un ex alumno. Es apenas justo que sean los mismos gimnasianos quienes vayan dejando cada vez más su huella en el Colegio y que, en la medida en que todos los estudiantes del Campestre habrán de ser tarde o temprano ex alumnos, se nos recuerde todo el tiempo que cada niño que entra al colegio está invitado a ser parte de la historia del Gimnasio Campestre.

En segundo lugar, pero no de manera menos importante, concluimos que el nombre del edificio debe reconocer su calidad especial de estar dedicado a la academia, con todo lo que eso implica en nuestra filosofía formativa. Este edificio está diseñado para que en él sea fácil y agradable estudiar, para que las condiciones del espacio favorezcan la actividad intelectual y les permitan a los niños y los jóvenes desarrollar los hábitos de trabajo y convivencia que habrán de serles fundamentales para el éxito en estas labores. 

Sabemos, por supuesto, que la excelencia no se persigue entre nosotros por sí misma, sino como condición necesaria a la calidad de caballero que esperamos fomentar en todos los gimnasianos. Partiendo de estas ideas, escoger el nombre de un ex alumno emblemático por su carácter, por su capacidad intelectual nacida del esfuerzo constante y por la forma en que supo usar esas habilidades como líder ejemplar, se volvió una tarea esencial y relativamente sencilla.

Aún cuando son muchísimos los gimnasianos que caben dentro de esta descripción por la forma en que se han desempeñado en ámbitos muy diversos de la vida social, en Colombia y fuera de ella, me atrevo a decir que todos, sin excepción, podemos encontrar un ejemplo en la figura de Enrique Low Murtra. La inauguración de este edificio nos sirve para rendir homenaje a su memoria, pero también para poner de presente su vida atodos nuestros alumnos y para procurar que aquello que compartimos los gimnasianos de todas las generaciones se mantenga vigente en nuestro Colegio y se aplique a todos los aspectos de nuestra vida cotidiana, incluído el académico.


El Gimnasio Campestre es un colegio único, porque tenemos una filosofía clara que nos distingue de cualquier otro, pero sobretodo porque tenemos estudiantes con un estilo personal particular que muestran en la práctica la vivencia de esa filosofía. Los gimnasianos quieren su colegio y hablan bien de él. Su compromiso con nuestros ideales es alto y su sentido de pertenencia es muy fuerte.


Este sentido de pertenencia y el estilo moral que distingue a los gimnasianos, es lo que indistintamente llamamos en el Colegio “Espíritu Gimnasiano”. A pesar de que los dos conceptos no son idénticos considero que están íntimamente ligados y que la dificultad en desentrañar cual es causa y cual consecuencia del otro justifican mencionarlos como un mismo fenómeno y como patrimonio esencial del Campestre.

Digo patrimonio porque es esta la mejor herramienta de la que disponemos para seguir formando gimnasianos que compartan las calidades humanas de Enrique Low Murtra, sobre todo cuando atravesamos situaciones en que sus ideas y su compromiso se necesitan más que nunca. Conservar, extender y fortalecer el Espíritu Gimnasiano debe ser entonces preocupación de primer orden de todos quienes participamos de esta comunidad.

Desde su fundación es claro que la formación en valores de los gimnasianos es el propósito esencial del Colegio. Nuestra principal obligación es entonces el desarrollo de las cualidades éticas de todos los jóvenes que estudian en el Gimnasio Campestre, de tal forma que a todos les sea natural tomar decisiones autónomas con base en principios de orden moral y en ejercicio de sus valores. La construcción del carácter de estos jóvenes y de la disciplina con que organicen sus vidas será el primer objetivo de todas las decisiones que tomen sus directivas.

La honradez, la justicia, la transparencia, la coherencia, la templanza y la perseverancia parecen ser los valores fundacionales que más se mencionan como característicos del gimnasiano y definitorios de su condición de caballero. No puede ser coincidencia que sean estos principios, precisamente, los que se evidencian como rectores de la obra de los gimnasianos que mejor han encarnado nuestros propósitos. La memoria de Enrique Low, de su hermano y sus compañeros, de sus antecesores que se destacaron como él y de los sucesores que también han dedicado su vida al servicio, nos obligan a todos a continuar con el empeño de vivir respetando estas ideas.

Propiciar la práctica cotidiana de estos valores en la vida de los gimnasianos de hoy es la más apremiante obligación formativa de sus padres y sus maestros, y hacerlo de tal forma que su ejercicio sea una vivencia amable, que contribuya al bienestar de los jóvenes y a la verdadera comprensión
de su dignidad humana por oposición a un simple ejercicio persecutorio de imposición rígida de normas, es la marca distintiva del Gimnasio Campestre.

Estos propósitos se trasladan por supuesto a la vida académica de los gimnasianos, de tal forma que ellos deben concebir la excelencia y el gusto por la academia como parte natural de su talante. Se entiende entre los estudiantes que pasarla bien y disfrutar el Colegio es una prioridad, y la valoración positiva de los años de colegio es una condición afortunada y maravillosa que no puede ser desperdiciada y que muchos otros colegios quisieran tener. Es necesario que ella se acompañe, por supuesto,de una clara comprensión del valor y la importancia del esfuerzo en el trabajo y el éxito académico. Lo contrario se puede traducir en un pobre compromiso con el esfuerzo personal y por lo tanto en una debilidad real de quien espera cumplir un papel de liderazgo en su país. No existe tal cosa
como un caballero mediocre o frágil, que se rinda mansamente ante las dificultades.

En este sentido, el esfuerzo académico de los estudiantes no es solamente la vía de su propio perfeccionamiento intelectual, sino un ejercicio esencial en el que se practica la búsqueda de la excelencia. Es de importancia primordial insistir siempre en sus responsabilidades hacia el trabajo,
la disciplina y la auto exigencia, actitudes todas que la vida del doctor Low Murtra ilustra de manera inmejorable. Todos los demás escenarios de la vida del Colegio, incluyendo los deportes, las artes, la música, las competencias intelectuales o de puro entretenimiento y la convivencia cotidiana de los gimnasianos están también diseñados para la promoción y práctica de estos valores.

Nuestro compromiso está en que, de manera coherente con nuestros principios, cada día en que ocupemos este edificio lo hagamos de tal forma que honre la memoria de Enrique Low.

1 comentario:

  1. Gracias por recordar a ese gran hombre, ejemplo a seguir para nuestros hijos. Mil gracias

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